Bienvenido a este programa de meditación basado en un concepto del que oímos hablar mucho y que es especialmente esencial en nuestras vidas: la “benevolencia”.
Etimológicamente viene del latín “bénévolence”, que significa querer algo bueno, y es tan importante querer algo bueno. Desear el bien es tener una actitud positiva hacia alguien o algo sin juzgar, es querer que esa persona esté bien, que se sienta bien, ya sea hacia las personas con las que vivimos, hacia nuestros hijos, nuestros padres, hacia todos los que nos rodean, quizá también hacia personas que apenas conocemos, o que no conocemos en absoluto.
En realidad es una forma de ser en el fondo, es un estado del ser, es algo que nos abre y nos permite sentir la amplitud de las relaciones que mantenemos con los demás. La amabilidad es una cualidad que puede cultivarse para crear vínculos. Es saber lo interdependientes que somos con los demás. La amabilidad también es algo que podemos experimentar en relación con nosotros mismos, porque a menudo somos nuestros peores enemigos y nos juzgamos muy negativamente. Un poco de amabilidad con nosotros mismos puede marcar una gran diferencia. Eso es lo que vamos a ver paso a paso en estas diferentes meditaciones sobre el tema central de la amabilidad.
Antes de terminar esta introducción, me gustaría contarles una historia que se atribuye a los amerindios.
Un anciano sabio hablaba con su nieto y le dijo: “Todos tenemos dos lobos luchando dentro de nosotros. Un lobo negro agresivo, gruñón y violador y un lobo blanco benévolo, cálido y cariñoso”.
El niño escucha con mucha atención y pregunta a su abuelo: “Sí, pero ¿quién gana esta batalla?”.
Y el abuelo responde: “El que alimentamos”.
Les dejo para que reflexionen sobre esta historia. Gracias y hasta pronto para una sesión de práctica.